Y he aquí una muestra de todo esto.
Las tijeras se convierten en el lazo de Photoshop y los lápices de colores en capas de ajustes. Pero, básicamente, es lo mismo.
Todo ello para crear un rostro ficticio, que nunca ha existido, creada a partir de rasgos de otros y que nace no en un hospital, sino en la pantalla de mi ordenador.
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